Desde que inició la pandemia no me había dado COVID, dicen que tarde o temprano a todos nos va a dar, pero mejor tarde que temprano, ¿no crees?Te comparto mis reflexiones y aprendizaje de estas 2 semanas que llevo en casa.
1. HAY COSAS QUE NO SE PUEDEN CONTROLAR: definitivamente no sabes por donde te va a atacar el COVID, se vuelve una cadena interminable rastrear por dónde te contagiaste y una vez que te contagiaste no hay nada que hacer mas que seguir las indicaciones del médico y aguantar. En mi caso me sentí mal 3 días, medio mal hasta la fecha, una sensación muy parecida a cuando me puse la vacuna: cuerpo cortado, mucho dolor de cabeza y cansancio extremo. Debo confesar que todo el tiempo tuve miedo de empeorar, medía mi oxigenación y mi temperatura y todo iba bien, pero seguí teniendo miedo de pensar en qué momento me iba a sentir peor, pensar que pudiera terminar en el hospital o que tuviera consecuencias a largo plazo. Solo era cuestión de esperar y hacer lo que me correspondía.
2. EL AISLAMIENTO Y LA INCERTIDUMBRE SON DOLOROSOS: en mi caso me dió COVID y mi hijos por supuesto habían tenido contacto conmigo, así que lo correcto era quedarnos los 3 en casa y yo lo más aislada posible. Esto para todos resultó muy doloroso y nos causaba incertidumbre el no saber qué tanto acercarnos, qué tanto podíamos convivir y por cuánto tiempo. Yo salí positiva a la prueba y mis hijos negativo, por tanto, ellos estaban en sus cuartos y yo en el mío. Salía a hacerles de desayunar, comer y cenar y platicábamos un poco en los pasillos guardando distancia y con cubre bocas. Mi hija de 7 años lloró varias veces exigiendo que esto ya terminara. Yo moría por abrazarlos, pero al mismo tiempo me moría de miedo de pensar que los contagiaría y se pudieran sentir mal. Observarlos para saber si mostraban algún síntoma y mantener mi oído alerta para saber qué estaban haciendo. Además lo que más deseaba al estar enferma es que me abrazaran y me dieran masajito en la espalda.
Los niños y el enfermo necesitan certeza y en estos casos es difícil dar respuestas.
3. LOS NIÑOS y LOS ENFERMOS NECESITAN ABRAZOS: yo con mis hijos soy muy cariñosa, me encanta abrazarlos todo el tiempo, darles masajito para despertarse y dormirse y estar cerca. Así que estos días de aislamiento a todos nos resultó muy duro. Mis hijos me exigían ya que los abrazara y que me pudiera acostar con ellos un rato para apapacharlos. Esta demostrado que para poder sentirnos contentos necesitamos contacto, piel con piel, abrazos, muchos abrazos, pues esto activa nuestra oxotocina y activa literalmente nuestro sistema inmune, nos hace sentir queridos, más felices, más sanos, con mayor energía.Que necesario es tanto para el enfermo como para la familia poder estar cerca en casos de enfermedad, lamentablemente creo que esta es la peor parte del COVID, el aislamiento.Una vez que el médico nos lo permitió nos abrazamos sin parar, incluso lloramos en nuestro primer abrazo. Algo tan cotidiano para nosotros se convirtió en un tesoro. No entiendo porqué no traen vacuna para los niños en México, es inhumano pensar que no la necesitan. #vacuenenalosniños
4. NO HAY PRISA: Al día de hoy sigo sin sentirme con mi energía habitual, algunas personas se recuperarán más rápido que otras. Así que si es posible hay que tomarlo con calma, no hay prisa, lo más importante es que estoy aquí, con mis hijos, mi familia. Resulta un excelente espacio para valorar, re-evaluar y escucharme nuevamente. Hacer una pausa y volver a maravillar de lo afortunada que soy. Mi hijo en esos días cumplió 9 años y no pudimos festejarle, así que también aprendimos que los años se cumplen todos los días y cualquier día es digno de festejar.
Abrazo a la distancia todos los que están pasando o ya han pasado por COVID. Abrazo doblemente a aquellos que no la pasaron bien o que perdieron a alguien, no imagino el dolor de pasar por ello.
Que el COVID nos agarre vacunados.
Espero que mi experiencia te sirva de algo.
Con cariño, Rocío Vargas, tu coach en estilo y felicidad